Nuevamente, volví a distanciarme de tus dones divinos cargando mi calendario de tribulaciones y fatalidad. Un intervalo más de naturaleza hostil amortiguada por un cerrar de parpados que rifa una visita fugaz al paisaje melodioso de tu presencia intangible.
Salgo a deambular perdidamente, como de costumbre; y te busco en un correr de subterráneo o detrás de algún reflejo de ventanilla, de esos colectivos que no suelo tomarme.
Me encuentro de repente en mitad de una calle humedecida en una hora agotada de esas que no suelen elegirse de denominador común y como a un solitario espectador el viento me audiciona su ultima sinfonía. Afanoso de sensaciones desearía traerte a escena disparando un reflejo de mi mirada a tus ojos, dejándome asaltar por la relatividad del tiempo que yacería encalado.
Vuelo sobre los hechos, siempre decente en mi cadencia y altivez, a observar los objetos que me rodean en un sentido demoledor, inflexible e incorruptible, conciente de que mis crímenes no son distracciones.-
Julián