Contemplándome, hoy, ahora, podría suponer ser un concepto bien conocido por kierkegaard, cada disparo impulsivo de una cinta de film que no detiene retuerce los engranajes de un mecanismo de relojería que hace tiempo no sigue un ritmo. Unos destellos de creatividad terapéutica me sobreponen a despedazarme progresivamente, me disperso y me recompongo. Sin levantar sospechas, sigilosamente me asecha, y amordaza las bocas de todos los objetos que bien podrían pretender decirme algo o llamar mi atención, el, el silencio, mi fiel compañero, mi buen enemigo.
De mi inspiración solo queda el lecho rocoso, ya no fluye, no exterioriza el caos bajo la piel, quisiera exponerme como en placas de radiografía, ser un constante flujo de mi mismo y lograr ordenarlo.
Me gustaría suponer al menos por un instante que todo marcha como debe, que el correr del tiempo y las acciones se desarrollan en base a un cronograma extra espacial, pero sintiéndome demasiado pequeño para abrazar esa idea, vuelvo sobre mí, sobre el "yo" que construye mi mediocre realidad subjetiva, sobre el "yo" que confronta entre mundos interiores y exteriores.
Podría sonar egocentrista, pero caigo en cuentas de que sigo tomando trenes equivocados, las vías son los medios a fines determinados, combinando cualquier trayecto solo termino en lugares conocidos, esos lugares que otros ya tacharon en sus mapas de búsquedas de respuestas. Por eso prefiero caminar.
Y escapo a otras realidades, me refugio en la risa fácil y las banalidades televisivas, el hombre siempre necesita escapar, se ahoga en los quehaceres diarios, en la relación directa sin formas, en las inexpresiones de un mundo hostil que del que la mayoría de las experiencias se graban cayendo, ahogándose.
Las profundidades a las que se pueden llegar son insospechadas, el lastre que te sumerge es una angustia que corre con ventaja y como la muerte, siempre palpita en algún lugar recóndito, dando pequeñas muestras de su existencia.
Muero múltiples veces provocando todo tipos de augurios, y hasta muero dentro de la misma muerte cuando erróneamente suponía que no podría ser peor.. A veces deseo transfigurarme y en cierta forma lo logro, cada muerte se lleva algo de mí y se modifica mi estructura. Los cimientos no son los mismos, constantemente dudo de la forma que adquiero y las anomalías se van acumulando como fallas por doquier, unos golpes mas y podre verme esparcido.
No soy un hombre de paz, por el contrario conozco adversarios a montones, muchos de ellos ya atacaban antes que lo sospeche, mis enemigos internos, mis temores, mis demonios, son reprimidos por mi inconsciente pero se hacen presentes en sueños, transmutan en acciones en las que salgo de mi mismo.
Y ya sea por huir o desafiar, comienzo a abrir puertas y mas puertas, ellos me ven hoy en el medio de un laberinto de habitaciones conocidas e inexploradas, titubeante a dar los próximos pasos.
Y suelo divagar en que algún alumbramiento divino me devuelva la calma y por ello quemaría mi experiencia para lograrme confundir con el rebaño, para evitar tener que decidir sobre las mismas cuestiones nuevamente llegando a resultados inexactos.-