Julián
Hasta nosotros sube de los confines
del mundo el anhelo febril de la vida:
Con el lujo la miseria confundida,
vaho sangriento de mil fúnebres festines.
Espasmos de deleite, afanes, espantos,
manos de criminales, de useros, de santos;
La humanidad con sus ansias y temores,
a la vez que sus cálidos y pútridos olores,
transpira santidades y pasiones groseras,
se devora ella misma y se devora después lo tragado,
incuba nobles artes y bélicas quimeras,
y adorna de ilusión la casa en llamas del pecado
se retuerce y consume y degrada
en los goces de feria de su mundo infantil,
a todos le resurge radiante y renovada,
y al final se les trueca en polvo vil. Nosotros en cambio, vivimos las frías
mansiones del éter cuajado de mil claridades,
sin horas ni días,
sin sexos ni edades.
Y vuestros pecados y vuestras pasiones
y hasta vuestros crímenes no son distracciones,
igual que al desfile de tantas estrellas por el firmamento.
Infinito y único es para nosotros el menor momento.
Viendo silenciosas vuestras pobres vidas inquietas,
mirando en silencio girar a los planetas,
gozamos el gélido infierno espacial.
Al dragón celeste nos une amistad perdurable;
Es nuestra existencia serena, inmutable,
nuestra eterna risa, serena y astral.
del mundo el anhelo febril de la vida:
Con el lujo la miseria confundida,
vaho sangriento de mil fúnebres festines.
Espasmos de deleite, afanes, espantos,
manos de criminales, de useros, de santos;
La humanidad con sus ansias y temores,
a la vez que sus cálidos y pútridos olores,
transpira santidades y pasiones groseras,
se devora ella misma y se devora después lo tragado,
incuba nobles artes y bélicas quimeras,
y adorna de ilusión la casa en llamas del pecado
se retuerce y consume y degrada
en los goces de feria de su mundo infantil,
a todos le resurge radiante y renovada,
y al final se les trueca en polvo vil. Nosotros en cambio, vivimos las frías
mansiones del éter cuajado de mil claridades,
sin horas ni días,
sin sexos ni edades.
Y vuestros pecados y vuestras pasiones
y hasta vuestros crímenes no son distracciones,
igual que al desfile de tantas estrellas por el firmamento.
Infinito y único es para nosotros el menor momento.
Viendo silenciosas vuestras pobres vidas inquietas,
mirando en silencio girar a los planetas,
gozamos el gélido infierno espacial.
Al dragón celeste nos une amistad perdurable;
Es nuestra existencia serena, inmutable,
nuestra eterna risa, serena y astral.
(Herman Hesse)
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