jueves, 16 de septiembre de 2010

La N°21 de Mozart y un Cuentito.


(Musica para acompañar la lectura)

La vida en partituras.

El concertista internacional Dalmiro Bentz consideraba que una partitura era el patrón maestro por el cual se veia representada su vida.
Para comprenderlo es necesario partir de la base de que la vida es una partitura y cada tiempo es un día más en la melodía que se genera constantemente y que al concluir esta, tendremos la obra terminada.
Bentz expresaba que en cada tiempo, se pueden pronunciar múltiples tonos, semitonos, acordes agudos y graves, a des tiempos, partes inspiradoras, decadentes, cortes, desafinaciones. Todos los detalles que hacen a la pieza son marcados en el día a día dependiendo de estados de ánimos, vivencias, situaciones de felicidad o tristeza, amores o desamores.
Señalaba que a veces la partitura parecía no llevar a ningún lado, esto le daba la impresión de que se volvía redundante, y aquello que alguna vez solía considerar una genialidad, perdía el sentido y se desmoronaba lentamente. Afirmaba que cuando esto sucedía, era necesario cambiar de escala,  recuperarse y volver a componer, poner un corte y cambiar el sentido de la obra. Para ello, buscaba nuevas musas para recuperarse de la decadencia.
Hacia el otoño de su vida, Bentz se vio envuelto en un agudo estado de demencia que lo aboco de lleno a tratar de representar sus últimos días en su negro piano de cola.
Así encarnaba cada sensación, marcaba tonos y luego los respondía criticando a los mismos por no representarlos de la manera apropiada o para reafirmar la simbolización.
Fue así que personificó, por medio de aquel instrumento y sin dejar su banquillo, sus preocupaciones, pequeñas alegrías al sentirse a gusto con lo que escuchaba, su decepción, su hambre, su sueño, su agonía…
Una mañana soleada, un sonido largo y poco armónico cubrió su vieja sala gris, su cuerpo gastado descansó finalmente sobre las teclas.



Julián Marsilli

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